Si alguién perdió en estas elecciones es el apra de Alan García, el representante de la boyante república peruana, rumbo al primer mundo. Un país donde aún se paga 550 soles de sueldo a un trabajador, donde se indulta a un ex-broadcaster millonario que se hizo al moribundo, pero en cuanto vió peligrar su libertad, se arrancó mas apurado que el correcaminos, y la policía peruana - tan diligentes con los pishtacos - aún no puede ubicarlo.
La casi nula representación regional alcanzada por el apra, simboliza la negación del discurso altisonante engañamuchachos de un charlatán que confundió el chamullo con la retórica.
Un régimen que hace del entreguismo la bandera del desarrollo fácilmente puede ser desenmascarado por una nueva ornada de jóvenes profesionales, que no tienen que ser leguleyos específicamente, sino tecnócratas con un mínimo sentido de compromiso.
Hasta se hace legítimo dudar de la transparencia de una organización gubernamental que parece estar sacando las cuentas con quipus, como hace siglos lo hacían mas eficientemente nuestros antepasados incas.
Hasta los fonavistas le ganaron. Ya pues es hora de terminar esta historia que se hace llamar revolucionaria de nombre, pero en la práctica es solo derecha liberal.
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