domingo, 19 de diciembre de 2010

Un par de chelas

Un síntoma que casi sin temor a equivocarnos nos coloca entre los últimos paises de américa latina, a mi modo de ver, hasta por experiencia propia, que socialmente hemos tomado unas cervezas, no sé cuantas, pero aún deben ser muchas, teniendo en cuenta la necesidad que podría presentar el organismo de la ingesta del líquido este; es precisamente el alto índice de consumo de cerveza.

Esta droga socialmente aceptada, publicitada como pocas cosas en nuestro medio, ameniza una reunión, pero a un costo demasiado alto, tan alto que luego de una reunión chelera nada, o casi nada positivo obtenemos. Es el precio, me parece que pagamos por no aprender a manejar el estrés, por querer en algunos casos ahogar penas, poder subir el tono de voz sin que te censuren, o no saber aceptar que en el mundo no existen los equivocados y los no equivocados, sino todo tipo de matices que igual tenemos que aprender a convivir con ellos. El precio se acrecienta cuando analizamos el número de reuniones cheleras, versus el número de decisiones importantes tomados.

Otras tantas veces resulta en pérdidas de vidas, que terminan pagando muchas veces víctimas circunstanciales, que nada tenían que ver con las benditas chelas.

Ni hablar de los efectos colaterales que puede tener el embriagarse, porque se habla de daños en la neurofisiología, al parecer irremediables. Pareciera que después de una noche de cervezas, necesariamente salimos un poquito mas brutos que antes. Desde luego, nuestro ego podría negar tajantemente este axioma, pero si estamos como estamos, estamos en donde estamos, ya están haciendo dudar un poco.

No hay comentarios: