miércoles, 16 de febrero de 2011

El Factor OLLANTA


Si analizamos qué le faltaría a Ollanta para ser el candidato de las preferencias, sin duda que clase política, clase que no llega de un momento para otro, sino que tendría que ser resultado de todo un proceso evolutivo, que sería mas conveniente si lo hubiésemos visto en distintas etapas y/o rangos del servicio público político.
Pero el señor parece entender que el cargo superior subsiguiente al de comandante, es el de presidente de la república. Allí puede estar una de sus debilidades, de cargos subalternos castrences a responsabilidades políticas, de mandar a subalternos y obedecer a superiores, puede ser una transición muy violenta. De obedecer sin duda ni murmuraciones a dar explicaciones a todo, a fundamentar decisiones de estado puede significar intentar cruzar un abismo, que tampoco sería imposible, pero precisa de esa clase que aún se ve verde.
De venir de una casta familiar que con algo de mitomanía parece haberle señalado un camino al poder, le faltó desarrollar una retórica mas fluida, una fundamentación mas pulida. Porque eso de creer que el color de la piel puede ser determinante de condiciones humanas para salir adelante, suena a un chauvinismo retrógrado.
Otro punto débil parece estar en el autobombo del que hace gala, se presenta como la única opción buena, la mejor, descalifica a todo los contendores, empobrece el nivel de la contienda, seguramente de ganar las elecciones no se sentiría ni alegre, porque puede significar campeonar jugando con minusválidos.
Si necesitamos la participación y compromiso de todos para salir adelante, hasta el partido mas pequeño, seguramente tendría algo que aportar. Así que haría mejor en presentar buenas propuestas, saludar las iniciativas de los rivales, que serán rivales solo hasta el final de las elecciones, luego todos nos debemos poner la misma camiseta PERU.
Haría bien si busca mejores formas de comunicar bien su bandera que es el NACIONALISMO, para ello un programa de dialéctica popular debería ser una columna vertebral, que aleje el miedo que quieren infundir los profesionales de la política. Si quiere convencer de que se la juega del todo por su proyecto, no debería haber problemas de establecer mecanismos de autoregulación.
En tiempos tan modernos como el presente, ya debería estar desterrado el sanbenito de que la izquierda, por ser izquierda es mala. Si acaso sería para mentes parametradas, pero no para quienes puedan fundamentar los puntos fuertes y débiles de cada sistema. Que ni la derecha es tan buena, ni la izquierda tan mala, que el nacionalismo se puede ver en actos de gobierno de países que se precian de ser conservadores.

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