
La pena de muerte se encuentra de nuevo en el tapete, luego de una ola delincuencial de alcance cuasi terrorista. Los delincuentes aprovechan la benevolencia del sistema legal, para implantar su propia ley del terror, y sin miramientos son capaces de matar, herir, es decir libertad plena para operar siniestramente.
De esta forma cuando son capturados apelan a los derechos humanos, los mismos que niegan a sus victimas. Bajo esta lógica, creen que todo se arregla con pedir perdón, y no reparan en la irreversibilidad de sus daños.
Ante casos tan alarmantes, la aplicación de la pena capital podría ser una salida, ya que se aplicaría a sujetos que van mas allá de la lógica, de la razón, que a sabiendas que las penas son drásticas, siguen utilizando la violencia extrema.
Por lo menos los que crean el terror, sabrían que lo hacen a costa de su propia vida.
Algo que tiene que ser discutido, en foros civiles, y aunque no soy partidario de la pena de muerte, hay casos que nos hacen dudar, por lo impune que puede ser para los delincuentes hacer de las suyas.
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