
El monitor Huascar fue el insignia que defendió al Perú del hambre rapaz de un país que apostó su desarrollo, su expansión al derecho que se gana a travez de la barbarie, la guerra. A quitar al hermano lo que la naturaleza le negó. Convertido en una manada de cuatreros, con la lógica del avezado exhiben su trofeo, cuan asaltante engalanara su botín, haciendo de la saña por sangre una virtud. Como si la evolución para ellos significase el retroceso a la edad de piedra.
Por ello ahora que se pide su devolución, también podemos ver desde otra perspectiva, mientras lo tengan, mientras lo exhiban, estará latente la prueba de su latrocinio.
Mientras lo tengan, poco será lo que argumenten para sentirse mejores que quienes arrasaron al Perú con una insanía enfemiza, cuan débiles mentales. Si ser valiente es matar al hermano para quedarse con sus bienes, quién no prefiere ser cobarde y ganarse cada centavo con su esfuerzo.
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