Es un síntoma preciso de que adolecemos de una cultura de autocontrol, la palabra mágica sería "yo controlo mis emociones", que comprendamos que los humanos somos los seres que tenemos la aptitud de elegir nuestro comportamiento, sino repacemos un libro de inteligencia emocional para darnos cuenta que está en cada uno el poder de controlarlo.
Las cosas se verían a travez de otro cristal si entendiésemos que las reacciones ante ciertas situaciones son cosas aprendidas, cosas que durante toda nuestra vida hemos construido mediante la interaccion con el medio social donde nos desenvolvemos. Es algo así como una programación muchas veces inconcientemente, pero que apuntala los parámetros y las fórmulas que gobiernan nuestra conducta. Y que para nada es inmutable, sino moldeable según la decisión de cada uno.
También puede ayudar que tengamos presente que el actuar con rabia y dolor tiene repercusiones en la salud, a continuación un fragmento de un informe de la Unesco.
Una de las razones por las que las culturas tienen diferentes efectos en la salud es que atribuyen diferentes valores a la supervivencia. Esto no es sorprendente, porque ninguna sociedad otorga prioridad absoluta a la salud, ni la persigue hasta el punto de dedicarle todos los recursos a expensas de los demás objetivos. En efecto, las sociedades tradicionales suelen adoptar el punto de vista de que los temas de la supervivencia están o predeterminados o en gran medida fuera del alcance de las influencias individuales. En la mayoría de las sociedades premodernas más pobres, esta afirmación equivalía casi a la verdad. En consonancia con sus creencias religiosas, las sociedades pueden dar interpretaciones diferentes sobre el significado, o incluso la conveniencia, de las intervenciones humanas. En consonancia con sus creencias sociales, pueden poner diferente énfasis en cuáles son los grupos de edad y sexo de mayor valor y que merecen los mayores recursos.
Simons (1989) señaló que la modernización, la secularización y la educación tienen dos grandes efectos en la conducta sanitaria. El primero ha sido la importancia creciente atribuido a la supervivencia y la intensificación de la idea de que evitar la muerte era un fin supremo. El segundo era la creencia en la responsabilidad individual, es decir, que es responsabilidad nuestra tomar la iniciativa para disminuir los riesgos o iniciar un tratamiento, y no una responsabilidad de la comunidad en general.
No hay comentarios:
Publicar un comentario