Ha pasado la marea electoral, y las promesas una vez más sucumben en un abismo de nunca terminar. Tristemente lo que se ha visto en cuanto al tema últimamente es, colegios en ruinas, incendios sospechosos, y no hay mas para contar.
Para un gobierno que aspira tener un pueblo sin ideologías, sin duda debe estar tranquilo con que las cosas no se muevan del letargo en que naufraga nuestra educación, la de nuestros niños, y la cultura de todos nosotros.
Ministros de Educación y Cultura, salen y entran otros, pero la situación parece no tener solución.
Aquí se pueden gestar leyes pro-continuismo, pasándole la franela al presidente de turno, pero algo que es trascedental, no hay voluntad ni neuronas para comenzar con algo nuevo.
No se trata de entregar computadoras para que aprendan a chatear, o hacer vida social en las redes sociales. Sino de estructurar programas con metas, no tiene porqué ser la solución final. Quién no fracasa, es porque no intenta nada.
Programas tibios como el PLAN LECTOR, necesita un impulso de masificación, y así terminar con la ignorancia de muchos que sabiendo leer no encuentran utilidad alguna, menos una relación directa con la situación económica del pueblo.
Si tiene que copiarse formas de otros países emergentes, habría que hacerse, pero comenzar ya.
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