Evo Morales presidente de Bolivia calificó de "chabacano" a su homólogo peruano Alan García, y se levantaron tempestades por doquier. Alan salió a decir que se pelea con él por no pelearse con Chile y otras cosas que de verdad rayan con lo farandulero.
Lo cierto es que pocos sabemos a ciencia cierta que entiende por "chabacano" el Sr. Morales. Ahora que está de moda respetar la cosmovisión de los otros, sería bueno preguntarnos que es para él ser chabacano, derepente tiene otra interpretación. Y después de todo hay que respetar el derecho que tiene el Sr. de expresar lo que opina de su ilustre amigo, o acaso esperamos que piense que sea un chabacano y de boca para afuera no salga nada al respecto. Qué cultura de la hipocrecía podemos estar alentando al pretender que no diga lo que piensa, no es mejor saber lo que piensa.
Además para todos es conocido que la lógica de Evo tiene sus bemoles, lo que piensa del imperio yanqui como una de las peores cosas que le puede pasar al mundo, no lo piensa de Hugo Chavez que con todo lo que está haciendo bién merecería una crítica aún más ácida, pero no, él por el contrario parece ser un buen discípulo de Chavez, de Castro, que por cierto tiene todo el derecho de serlo, pero también de ser consecuente con las responsabilidades que representa ir mas allá del derecho democrático, que de hecho se vulneran en los países que pretenden perennizar mandatarios.
Imaginarse lo que un estadista de los tiempos mejores - que se fueron - respondería ante una crítica como la de Evo, sería definitivamente otra cosa, la diplomacia, la cortesía, el respeto. Pero qué podemos esperar de un presidente que cree que sus adversarios se mueren de envidia y que él y solo él encarna la solución de todos los problemas. Muy poco la verdad.
Qué fuerte suena esa justa: "Los pueblos tienen los gobernantes que merecen", hay que bregar mucho para merecer estadistas de primera clase.
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