Parece que hay un paso atrás en la pretendida sentencia sobre la prohibición de publicación de audio y/o video que comprometan a terceros, salvo autorización expresa del ente judicial o en su defecto de los actores.
Ello sin duda representaba una mordaza, que delimitaba el derecho del periodismo de publicar material de interes público. Un funesto precedente para un país que aspira a consolidar su democracia.
Muchos veían el brazo largo del oficialismo, que trataba de curarse en salud, para evitar el develamiento de muchos casos de corrupción.
Porque creer que es para evitar que el público escuche palabras, como las incluidas en los famosos potoaudios, parece de una candidez sobrecogedora.
De darse este escenario será un triunfo de la libertad, reclamada por la prensa y principales representantes del mundo político e intelectual.
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