Está en el tapete el tema de la apología, que supuestamente realizaron dos personajes en el congreso, la verdad que en la parte que ví, solo se identificaban como participantes de una agrupación política y seguramente por pertenecer a ella creen (y lo expresan) que es lo mejor, sino seguramente no estarían en dichas agrupaciones.
Es casi como ver a los apristas ufanándose de su compromiso con el pueblo y la historia, y pensar que sufrieron 11 años en la clandestinidad, tiempos en los que eran perseguidos casi igual como lo son los personajes estos. Entonces desde esa perspectiva seguramente cada declaración del secretario general, del congresista aprista, sería tomado como una apología al extremismo.
Ahora el meollo del asunto es ver cuando es apología y cuando no, y es tan subjetivo el límite que los separa. Y otra cosa es preguntarnos porqué tenemos tanto miedo que alguien exprese sus ideas por muy equivocados que parezcan, será que tememos ser azuzados, o será que tenemos miedo que alguien los crea y se vuelva sus seguidores.
Parece ser que es la segunda opción, de la que si sacan grandes dividendos la clase política, cada cinco años aparecen con su receta mágica para solucionar todos los problemas, estudian muy bien cuales son las expectativas de los pueblos y sueltan la verborrea, los eligen y hacen todo menos lo que prometieron.
Entonces para mí, esa apología debe ser penalizada, esa que permite prometer el oro y el moro y no cumplir nada.
Y lo otro pues con un pueblo medianamente culta, no importa lo que digan unos extremistas, que por lo demas parecen arrepentidos y han pagado muchos de ellos su deuda con la sociedad.
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